En muchas comunidades los patrones tradicionales de producción y alimentación han sido cambiados por la introducción de nuevos modelos de suministros de alimentos por parte del Estado (o la posterior la ausencia de ellos), la carestía de ciertos productos o las dificultades que ha supuesto la baja de circulación de la moneda nacional, la merma de medios de transporte por falta de gasolina o porque aquellos que habían migrado a la ciudad han retornado a sus lugares de origen por situaciones de falta de alimento y otros recursos. Estos cambios han significado que muchos están realizando de nuevo sus actividades tradicionales de subsistencia: sembrar, pescar, cazar y recolectar. La llamada “vuelta al conuco”, el retorno a la alimentación originaria, es bastante importante en termino de autogestión y garantía del derecho a la alimentación. También lo es en cuanto a lo que implica para la utilización y protección del espacio territorial, ya que la demarcación de los territorios está vinculada con los usos de los espacios (vida colectiva, económica, social, política, cultural y espiritual) y la garantía de los territorios está vinculadas a las posibilidades de una alimentación adecuada. En este sentido, los procesos de demarcación y autodemarcación de tierras indígenas pueden facilitar el que se garanticen otros derechos, como es la alimentación siguiendo sus propios patrones socioculturales.
Helena Martínez
Nació en una familia de once hermanos, en Coromoto, una comunidad próxima al Tobogán de la Selva. Sus padres llegaron allí de Colombia, aún siendo niños. Helena cuenta que, pese a lo numerosa que es su familia, aún hoy logran mantenerse muy unidos; algo que ella atribuye a los valores cristianos que les transmitieron sus padres desde pequeños y a la importancia que le daban a la convivencia en familiar y a buscar siempre mejorías para ellos y la comunidad.
Aunque sus padres eran analfabetos, se empeñaron en que sus hijos recibieran una buena educación y es así como todos los Martínez son profesionales. Helena estudió turismo y también se formó como maestra de primer ciclo de primaria y se ha dedicado a la enseñanza intercultural bilingüe, a ser garante y transmisora de la lengua jivi a nuevas generaciones. Del mismo modo que le enseñaron que formarse en la escuela era importante, también lescomunicaron todo lo que había que aprender para sobrevivir en la montaña: llevar un conuco, la lengua Jivi y su cosmogonía, practicar y atesorar los rituales de sus ancestros… Siempre le hicieron a ella y sus hermanos conscientes y orgullosos de sus tradiciones Jivi. Sus padres fueron líderes en su comunidad y defensores de los derechos indígenas; un llamado que también recibió Helena, quien desde muy joven ha apoyado proyectos comunitarios, como Diakone Katastrofhenhilpe, y se ha involucrado con organizaciones que propician el activismo en torno a los derechos indígenas y trabajan temas vinculados con la autodeterminación de sus pueblos como ORPIA, Mujer y Familia y Wataniba.
Su primo, Gabriel Martin, la introdujo en ORPIA, lo cual ha moldeado mucho su quehacer como activista y María Teresa Quispe a Wataniba, una organización que se ha vuelto su casa y un lugar de articulación de acciones y alianzas para ella y las personas que mueve. También el haber participado en el proceso de la elaboración de la Constituyente de 1999 buscando cambios positivos para los amazonenses. Ese tiempo la llenó de esperanzas y la motivó a participar en la Misión Sucre, así como a ser voluntaria en otra otras iniciativas orientadas a construir un sistema de educación que ofrezca oportunidades a todos. Aunque los sueños de la revolución están lejos de cumplirse como lo imaginaba en aquella época de la Constituyente y le entristece el deterioro de las condiciones de las comunidades, eso no ha frenado su quehacer y sus ganas de hacer cosas. Muestra de ello es como a falta de medicina tradicional y de las posibilidades de moverse por la carestía de gasolina y de muchas cosas más, ha decidido buscar formas de prevenir y curar el COVID-19 y de sortear las dificultades de lo que no hay rescatando al conuco como modus vivendi.
El conuco: conexión con la tierra, los ancestros y la vida
Para Helena el conuco es más que un huerto. Es el origen del sabor, fuente de sustento, lugar de intercambio y de encuentro con otros y la naturaleza. Cuenta: Nosotros particularmente en la familia recogíamos, hacíamos trueque, qué sé yo, para que nuestro hermano, que vive en la comunidad, nos trajera casabe, nos consiguiera mañoco. Los sábados hay un grupo de indígenas que vienen de diferentes pueblos, que vienen a vender sus productos. Pero por algún tiempo el conuco estuvo un poco descuidado, se acostumbraron a comprar en Puerto Ayacucho alimentos; algo que no sólo les pasó a ellos sino también a muchas familias que se acostumbraron a recibir ayudas del gobierno y fueron abandonando sus conucos. Sin embargo, la crisis económica y la merma de las ayudas primero y la pandemia después hicieron que volvieran a la dieta tradicional, a base de yuca, con casabe, mañoco, picante y otros alimentos que habían quedado relegados por otros procesados o no tradicionales; algo que puede tomarse como positivo en estos tiempos aciagos.
Se vio que mucha gente volvió a la comida tradicional, porque para comprarse un pollo no había, para comprarse una harina pan no había, de muchos rubros que uno está comiendo en su hogar. Se volvió a realizar, por ejemplo, una arepa de yuca, de yuca dulce, se volvió a sembrar con más propiedad, mucho más arraigo, porque nosotros estábamos acostumbrados a: “Ah no, yo trabajo y yo compro porque yo estoy aquí en la ciudad”. Nos olvidamos un poquito del conuco y eso también nos motivó a nosotros a volver a hacer nuestro conuco tradicional para nosotros garantizarnos en nuestro bazar nuestro mañoco pues. Pero eso nos pegó mucho a nosotros, incluso en ese tiempo de pandemia. También el equipo técnico de mujeres en emprendimiento de parte de ORPIA nos motivó, nos buscó la manera de hacer huertos familiares. En los huertos familiares, por ejemplo, nosotros agarrábamos un patio aquí mismo en el casco de la ciudad, el patio de mi hermana, y sembramos muchas hortalizas, porque nos acostumbramos también a comer un poquito de cada cosa. Sembramos pepino, ají dulce, ají picante, pimentón, berenjena. (…) Se dio bastante pepino, bastante pimentón, bastante ají dulce. Teníamos cambur también, topocho también teníamos.
El conuco supuso una vía para sortear las dificultades generadas por la falta de combustible, la carestía de efectivo y la devaluación de la moneda que cada vez rendía menos:
Hicimos huertos familiares, tuvimos buenas experiencias porque no teníamos necesidad de ir a comprar, no teníamos necesidad de conseguir dinero porque ahí en nuestro patio productivo se nos dio ese tipo de verdura, hortaliza. Entonces allí nos mediamos más o menos tres meses. (…) Y cónchale, fue una cosa que nos motivó bastante a trabajar, que estando en caso de adversidad uno puede tener también su huerto y que se da pues, esa comida se da ahí y uno puede ingeniársela en cualquier momento para uno comer algo diferente.
Lo que sembraban servía como una moneda de cambio para garantizar una dieta variada e insumos de otros tipos para la familia, tanto para lo que vivían allí y como para los que lo hacían en otras partes:
Mi hermano venía un fin de semana, le recogíamos los pasajes para que el otro fin de semana nos trajera algunas hortalizas como yuca, ocumo, ñame, lo que se da aquí. Entonces ellos lo traían, y nosotros les dábamos el pasaje para que ellos se compraran sus cositas personales como el jabón y esas cosas y ellos se iban el fin de semana, pero ya nosotros les garantizábamos el pasaje. Eso se hacía de esa manera pues, para el traslado y para nosotros alimentarnos en ese tiempo.
Mediante el trueque, Helena le ha encontrado nuevamente la rentabilidad al conuco y el goce de comer lo que se siembra. Como recientemente han sembrado yuca, han vuelto a hacer arepas de este tubérculo y ha ido diversificando lo siembra con semillas de frutos silvestres, con lo cual ha ido redescubriendo frutos amazónicos.
*Los nombres de los entrevistados han sido cambiados para proteger su identidad