Entre el 6 y el 18 de noviembre se discutirán decisiones cruciales para el futuro del planeta en la COP27. ¿Cómo funciona esta reunión? ¿Quiénes participan? ¿Qué debemos esperar? En Wataniba respondemos algunas de las preguntas frecuentes en torno a la convención más importante del mundo sobre el Cambio Climático.

¿Qué es una COP?
COP significa Conferencia de las Partes (Conference Of the Parties, por sus siglas en inglés). Es una reunión de países (las Partes) que se realiza anualmente y es convocada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para discutir, única y exclusivamente, la problemática del cambio climático.
En reuniones multilaterales, los países negocian metas, acciones, declaraciones en conjunto y mecanismos de financiamiento para llevar adelante las decisiones que allí se toman.
La CMNUCC es una de las tres convenciones relacionadas con el ambiente creadas a partir de la “Cumbre de la Tierra de Río” en 1992. En ésta, reconociendo que tenemos un serio problema climático, se planteó como objetivo estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en un plazo suficiente para que los ecosistemas se adapten, no suframos escasez de alimentos y que el desarrollo económico prosiga de forma sostenible.
En resumen, para evitar la catástrofe, la Convención sobre Cambio Climático se reúne cada año en lo que llaman la COP.

¿Cuándo y dónde se celebra la COP27?
La próxima COP27 sucederá del domingo 6 al viernes 18 de noviembre en Sharm el Sheikh, Egipto y la temática central será el financiamiento climático.
Esta COP es la quinta convención que se realiza en Africa y la primera desde la COP22, celebrada en Marruecos en 2016. Ha sido apodada la “COP africana”, tanto por su enfoque como por su ubicación, ya que los países africanos se enfrentan a algunos de los peores impactos del cambio climático.
¿Qué ocurre en una COP?
Depende de la COP. No todas han sido igual de relevantes.
Desde 2015, se resolvió que al cabo de cinco años los países regresarían con resultados y planes más ambiciosos para reducir sus emisiones de GEI y hacer frente al calentamiento global.
Las COP celebradas en los años intermedios, suelen centrarse en sentar las bases de las negociaciones. No obstante, con la pandemia del COVID-19, la COP en 2020 se canceló, por lo que la COP26 del año pasado en Glasgow, Escocia, representaba una de las COP importantes, pero sus resultados no fueron los esperados.
En los años previos a 2015, las COP sentaron las bases de sus metas actuales. La COP1, celebrada en Alemania en 1995, supuso un cambio de conciencia al aceptar que el cambio climático es un hecho real y los problemas que pueden derivar del mismo.
En la COP3 de 1997 se aprobó el conocido Protocolo de Kioto, el primer gran acuerdo del clima que obligaba a los países miembros a establecer leyes claras que frenaran las acciones que pueden contribuir negativamente al cambio climático.
En Dinamarca en el 15 aniversario de la COP, el objetivo fue lograr una estrategia de sostenibilidad que diera continuidad y mejorara el Tratado de Kioto, que finalizaba en 2012. El Acuerdo de Copenhague expresaba la intención política de limitar el carbono y responder al cambio climático a corto y a largo plazo, pero, en la práctica, no se llegó a un acuerdo sobre cómo hacerlo.
La COP21 de 2015, que tuvo lugar en París, supuso un antes y después en la lucha contra el cambio climático. El Acuerdo de París marcó un hito al abrir una nueva fase en la negociación internacional en materia de cambio climático: por primera vez se establecía un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante y adoptado por 196 Partes.

¿Quiénes participan en las COP?
A una COP asisten delegados de los países (generalmente equipos conformados por representantes de las áreas de gobierno de Ambiente y Relaciones Exteriores), representantes de la sociedad civil, periodistas y representantes del sector privado.
Hay 197 Partes que se organizan en cinco grupos regionales: África, Asia, Europa del Este, América Latina y el Caribe, y Europa Occidental y Otros Estados (incluidos Australia, Canadá y Estados Unidos). A diferencia de los delegados, los representantes de la sociedad civil y del sector privado pueden participar en las reuniones como observadores, no como negociadores.
Las Partes se agrupan conforme a dos variables. Por un lado, las que están en el anexo I de la Convención (países industrializados) y las que no (países en desarrollo). Por otro lado, están las Partes que han firmado o ratificado el Protocolo de Kioto y las que han firmado o ratificado el Acuerdo de París (pueden estar en ambos, si corresponde).
Mientras que la regularidad en la presentación de informes sobre sus políticas climáticas será mayor en el caso de las Partes bajo el anexo I, los países en desarrollo los presentarán dependiendo de que consigan el financiamiento necesario para aplicarlas.
Fuera del recinto de las COP, los activistas suelen manifestarse contra la superficialidad de los compromisos y protestan contra la inacción política. Esta vez, los activistas temen que la participación de la sociedad civil en el evento sea casi inexistente, ya que las manifestaciones están prohibidas en Egipto.

¿Qué es el Acuerdo de París?
En 2015, 192 países más la Unión Europea firmaron el Acuerdo de París en la COP21. Su objetivo es limitar el aumento de la temperatura global a 2°C en este siglo y hacer un esfuerzo para no sobrepasar el 1,5°C, en comparación a los niveles preindustriales anteriores a 1850. Es decir, acordaron realizar todas las acciones necesarias para poder frenar -o por lo menos limitar- la crisis climática.
El Acuerdo de París proporciona un marco para el apoyo financiero, técnico y de creación de capacidad a los países que lo necesitan. En el ámbito económico, la iniciativa recae en los países desarrollados en la medida que pueden prestar asistencia financiera a los países que están menos dotados y son más vulnerables y menos responsables de la crisis. También alienta a las demás Partes a aportar contribuciones voluntarias.
El Acuerdo menciona la creación de un paquete financiero para ayudar a los países menos desarrollados, que movilizaría 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Sin embrago, hasta el momento, este objetivo no se ha cumplido y su revisión se marcó para 2025. De ahí que la financiación privada cobre un papel crucial para apoyar financieramente la lucha contra el cambio climático.
Aunque el acuerdo es legalmente vinculante, los compromisos que los países han asumido para reducir sus emisiones no lo son, a menos que se consagren en la legislación nacional o regional. Básicamente, es como si se firmara un acuerdo para perder peso pero nadie dijera nada sobre comer torta de chocolate.

¿Qué pasó en la COP26?
Tras la suspensión en 2020 por la pandemia de COVID-19, la COP26 tenía todas las características de una COP de éxito y debería haber sido nuestro momento para la acción climática, pero los líderes de las naciones ricas no respondieron como era lo esperado.
En lo que respecta a financiamiento, la Convención en Glasgow fue una decepción. Los países en cuestión no cumplieron su compromiso de aportar los 100.000 millones de dólares anuales en financiación del clima para apoyar a los que están en primera línea del cambio climático, un objetivo que debería haberse cumplido en 2020 y que no se espera que se cumpla hasta 2023. Tampoco negociaron grandes cambios, ni explicaron dónde estaban los fondos que ya se habían comprometido a entregar.
Lo que sí consensuaron fue reafirmar su deber de proveer ese financiamiento. Y, además, negociaron 350 millones de dólares para el Fondo de Adaptación y otros 600 millones para el Fondo de Países Menos Desarrollados.
En cuanto a la necesidad de mantener el calentamiento global dentro de los 1,5 grados centígrados, se estimó que las promesas de la COP26 nos situaban en la senda de entre 1,8 y 2,4 grados centígrados de calentamiento.
¿Qué es el financiamiento climático?
Cuando hablamos de financiamiento climático nos referimos -según el Comité Permanente de Financiamiento de la CMNUCC- a los fondos económicos que facilitan la reducción de GEI, aumentan los sumideros de carbono, ayudan a la reducción de la vulnerabilidad y incrementan los niveles de adaptación a los impactos negativos del cambio climático.
En el Acuerdo de París, los países con mayores ingresos se comprometieron a ayudar a los más vulnerables a través de financiamiento y recursos, ya que reconocían el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. Esto significa que, aunque estamos todos en el mismo barco, no todos somos igualmente responsables por la crisis en la que nos encontramos, ni tampoco estamos todos en las mismas condiciones para afrontarla.
Durante las negociaciones, los países de altos ingresos establecieron la meta de proporcionar $100.000 millones de dólares anualmente desde 2020 a 2025 en financiación climática, con el fin de apoyar a las naciones vulnerables en la mitigación (evitar y reducir las emisiones de GEI) y la adaptación (ajustarse a los impactos actuales y futuros del cambio climático). Pero todavía no han actuado al respecto.
Otro punto importante sobre el financiamiento climático es el de “daños y pérdidas”, que señala que el cambio climático ya causó impactos socioeconómicos negativos que las sociedades más vulnerables están sufriendo. Durante la última COP26, países y sociedad civil reclamaron la creación de un mecanismo de financiamiento para abordar las pérdidas y daños actuales, pero lo único que se logró fue un diálogo para seguir discutiendo sobre el tema, a futuro.

¿Qué se espera de la COP27?
Después de 26 ediciones de sentar bases y diseñar planes de mitigación y adaptación a la crisis del Cambio Climático, la situación actual es más técnica. Implica terminar de definir aspectos de la implementación del Acuerdo mientras se logra promover una efectiva acción climática por parte de los países que vaya en línea con los compromisos.
El corazón de esta COP27 es el financiamiento.
América Latina es una de las regiones más interesadas en que estas negociaciones lleguen a buen puerto, aunque no es el principal destino del financiamiento internacional, ni todos los países reciben fondos equitativamente. Actualmente los grandes receptores de fondos del exterior son México, Brasil y Colombia; el resto de los países reciben muy poco.
América Central y del Sur están altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático. Muchos eventos extremos ya están ocurriendo en la región y se prevé que se intensifiquen a futuro. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el cambio climático podría costarle a América Latina entre el 1,5 % y el 5 % de su producto interno bruto (PIB) anual.
Durante la COP27 será crucial un fortalecimiento de los mecanismos de financiamiento para evitar perder por completo la confianza de los países del sur global y darle un nuevo ímpetu a la etapa climática rumbo al 2030. Los países deben acordar un objetivo de financiación más ambicioso para después de 2025, creado conjuntamente con los países en desarrollo y las comunidades vulnerables al clima.
¿Cómo puedo ayudar?
La acción global coordinada es nuestra mayor aliada si queremos mantener el clima dentro de límites seguros para el planeta. Es por eso que en Wataniba nos esforzamos por impulsar compromisos más firmes en las COP en alianza con nuestras organizaciones amigas. Pero todos tenemos un papel que desempeñar en la lucha contra el cambio climático.
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