Hace poco más de dos años, en alianza con la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonia, creamos el Observatorio Wataniba-ORPIA con el fin de hacer seguimiento y registrar los avances e impactos en los pueblos indígenas de la Panamazonia y, más específicamente, de la Amazonia venezolana. En este último Boletín COVID-19 en la Amazonia, el número 30, además de las estadísticas pertinentes del semestre diciembre 2021-mayo 2022, hacemos un análisis que abarca 24 meses a partir del decreto de la pandemia y ofrecemos testimonios de líderes indígenas que, más allá de las cifras, reflejan la realidad que afrontaron (y siguen afrontando) los pueblos indígenas de la región.
Cuando se decretó la pandemia en 2020, la sensación generalizada era que, como si se tratara de una caja de Pandora, el COVID-19 desplegaría una infinidad de males por el mundo, con ramificaciones y duración imposibles de vislumbrar salvo por las someras proyecciones que se podían hacer en torno a sus efectos más inmediatos. A más de dos años, con menos incertidumbres y más herramientas para contener y tratar los contagios, parece que ya se ha normalizado. El virus ha mutado y también nuestra relación con él.
Aunque sigue siendo tema de interés y motivo de aflicciones, las medidas se han relajado. Cada vez los reportes resultan más difíciles de seguir, en buena parte por cómo se ha transformado tanto el contexto como el COVID-19, pero también por nuestro deseo de dejar atrás la pandemia y centrarnos en el otro contenido de la caja de Pandora: la esperanza. Parece que queremos abandonar el miedo y volver a interactuar como lo hacíamos antes del confinamiento.
En el Boletín Nº 30 del Observatorio Wataniba-ORPIA, 29 meses después del decreto de la pandemia y del inicio de las medidas para la contención del contagio por COVID-19 en Venezuela, hacemos un análisis semestral de la evolución del COVID-19, a lo largo de estos dos años, en la Panamazonia y la Amazonia venezolana y sus impactos en las comunidades, a partir de fuentes nacionales e internacionales e investigaciones cualitativas en el terreno. Registramos, además, los testimonios de varios líderes de los diferentes pueblos indígenas de la región.
Alianza con los pueblos indígenas
A inicios de la pandemia decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desarrollamos una estrategia de prevención para reducir el impacto del COVID-19 en alianza con la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonia (ORPIA). De esta campaña realizada por un equipo multiétnico, plurilingüe e intercultural, surgieron publicaciones y se distribuyeron una serie de manuales bilingües en idiomas indígenas y castellano, con el objetivo de evitar la entrada del virus en las comunidades indígena, así como de ofrecer pautas para el manejo de situaciones de contagio en las comunidades.
Es precisamente en el marco de esta campaña que se crea el Observatorio de la Pandemia del Coronavirus, en alianza con ORPIA. Ante la escasez de cifras oficiales, el trabajo conjunto entre ambas organizaciones facilitó la incorporación de información generada por las mismas comunidades indígenas, lo que permitió registrar la evolución del COVID-19 en la región.
El Boletín COVID-19 en la Amazonia venezolana surgió como una respuesta a las necesidades de estos pueblos y como una herramienta para la gestión de información conducente a la aplicación y adecuación de políticas públicas en materia de prevención y atención sanitarias en torno a la pandemia.

COVID-19 en la Panamazonia
En este último Boletín, el análisis de datos revela, por ejemplo, que el número de casos en la Panamazonia entre mayo de 2020 y noviembre del mismo año pasó de 18.434 a 1.643.734, un aumento equivalente al 8.817%. Seguidamente, entre noviembre de 2020 y mayo de 2021, el número de contagios aumentó en un 106%, pasando de 1.643.734 a 3.386.433 casos. Mientras que para el primero de mayo del 2022, a dos años de la pandemia, se registra 6.470.662 casos y 199.898 fallecidos; siendo las Amazonias brasileña, peruana y colombiana las de mayor número de contagios acumulados.
La incidencia y letalidad de la región ha variado considerablemente en estos dos años. En este orden de ideas, encontramos que para el mes de mayo de 2022, la incidencia regional es de 8.802 por cada 100.000 habitantes y la letalidad de 31 por cada 1.000 contagios. En tanto que para el mismo mes del 2021 la incidencia era de 2.236 y la letalidad de 113.
La trayectoria de la enfermedad no ha sido homogénea en la región. Durante el primer semestre del primer año Colombia, Perú, Brasil y Guyana, muestran los mayores indices de incidencia, situación que varia en el segundo con la incorporación de Guyana Francesa a la cúspide de afectados, situación que se mantiene durante el tercer semestre. En el cuarto periodo, en noviembre de 2021, los diez peores valores de incidencia se reparten entre Brasil, Guyana Francesa, Suriname y Guyana, situación que se mantiene al cierre de mayo de 2022.
Tras la observación y los análisis de los resultados ha sido posible establecer una asociación entre altos valores de letalidad con sistemas de salud más precarios, menos acceso a éstos, peores condiciones físicas de las personas afectadas e, incluso, mayor susceptibilidad genética.

COVID-19 en la Amazonia venezolana
En el ámbito local es notable el momento en el que la pandemia en los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro alcanzó su mayor auge, con 840 contagios entre el 30 de enero y 6 de febrero del 2022. En esa semana se reportaron del estado Bolívar 395 nuevos contagios y del estado Amazonas -un estado con baja densidad poblacional y acceso limitado a atención médica y a pruebas PCR- 388 contagios.
Sin embargo, en comparación con el resto de las Amazonias, a lo largo de la pandemia la letalidad por coronavirus en la región venezolana se ha mantenido baja, luego de Guyana Francesa es la segunda más baja en la Panamazonia. De acuerdo a los datos registrados en el Boletín su punto más alto lo alcanzó en noviembre de 2020 con 23 fallecidos por cada mil contagios.

Los primeros esfuerzos del monitoreo de Wataniba – ORPIA, así como los señalados por la OMS, reconocían casos y fallecidos entre los Arawak, Jivi, Pemon, Uwottüja, Warao, Yanomami, Ye’kwana y Yeral. Según información suministrada por el equipo multiétnico conformado por Wataniba, comunidades Ye’kwana del estado Amazonas decidieron aislarse en campamentos entre mayo y agosto de 2020.
Para el 1 de mayo 2022, el total acumulado en el estado Amazonas registró 2.440 casos (13%), Bolívar 14.239 (75%) y Delta Amacuro 2.368 (12%).
Si bien la pandemia sirvió para hacer más evidente la fragilidad y vulnerabilidad de los pueblos indígenas y su desatención por parte del Estado, también hizo visible la resiliencia y capacidad de respuesta de los pueblos originarios ante una amenaza como ésta.
El uso de la medicina ancestral, la puesta en marcha de medidas de aislamiento y el establecimiento de cordones de protección sanitaria entre pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial, fueron claves para enfrentar los impactos del COVID-19.
A través del observatorio Wataniba – ORPIA ofrecemos los datos disponibles y un análisis de la la información con el fin de comprender cómo la pandemia afectó (y sigue afectando) a la región como un todo y, más específicamente, a la Amazonia venezolana.
Juntos sumamos más
Con este último boletín cerramos un ciclo de dos años. Por este motivo incluimos información complementaria a las estadísticas que, si bien éstas aportan una lectura contextual y revelan las dimensiones del problema, no alcanzan a reflejar completamente cómo lo han vivido los pueblos indígenas; en parte porque las estadísticas en nuestro país han sido insuficientes y también porque difícilmente reflejan cómo los pueblos han afrontado los efectos de esta coyuntura. La pandemia no sólo afectó el ámbito de la salud, sino que tuvo consecuencias en todos los espacios de la vida cotidiana de las comunidades.
Te invitamos a descargar nuestro Boletín Nº 30: COVID-19 en la Amazonia venezolana y circular su información, porque #juntossumamosmas.