El diario colombiano El Espectador escribe un completo artículo, “Las presiones detrás del desastre ambiental que vive la Amazonia“, sobre los principales detonantes de cambio en la Panamazonía — a saber: la construcción de vías, extracción de petróleo, minería legal e ilegal, proyectos hidroeléctricos, actividad agropecuaria, extracción de madera y cultivos ilícitos– a partir de la información que recoge el Atlas Amazonia bajo presión 2020, elaborado por la RAISG (Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada, una red colaborativa de organizaciones de la sociedad civil de los países que comparten el territorio amazónico, donde Wataniba, representa a Venezuela, junto con Provita), y de entrevistas a sus miembros. A través de datos estadísticos, explicaciones sobre las superficies y de cómo se distribuyen los cambios por países, el lector no especializado en el tema puede rápidamente hacerse de un panorama que describe las transformaciones de la región en los últimos nueve años (2012-2020) por la huella humana; sin duda algo propicio y útil para la difusión y concientización de los problemas ambientales de la Amazonía.
El artículo tiene además la virtud de que los comentarios de miembros de la red les dan espesor a los números poniendo en términos accesibles las implicaciones de estos cambios. Por ejemplo, Tina Oliveira-, la coordinadora del Programa Socioambiental de Wataniba, explica con gran sencillez la manera en que los cambios que ocurren en una parte de la Panamazonia afectan a las otras y da así claves para comprender el porqué es indispensable que las políticas públicas y las acciones para el resguardo de la región sean mancomunadas entre los distintos países que confluyen en este territorio:
Haz de cuenta que vas caminando por una acera que está cubierta de árboles y de un momento a otro llegas a una parte donde ese bosque ha sido cortado. Cuando se pasa de un espacio a otro se siente el clima mucho más caliente, por los efectos del sol; la temperatura es mayor y la sensación de falta de humedad es mucho más alta. Ahora imagínate eso, pero con alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados de bosque continuo que perdió la Amazonia.
Las imágenes que ella y Adriana Rojas, coordinadora del equipo de sistemas de información de la Fundación Gaia Amazonas, ofrecen sobre la escala, la profundidad y temporalidad del problema lo ilustran de un modo en que se evidencia lo apremiante que es tomar conciencia y establecer estrategias y protocolos que detengan la progresión que en cada uno de los temas señalados al principio; los cuales han incrementado todos desde el 2012, a pesar de la atención que recibe discursivamente la Amazonía por su papel en el clima global, los esfuerzos de financiamiento por las agencias de cooperación internacional y el incremento de sistemas de monitoreo. En tal sentido, lo dicho por Rojas: “Con los cálculos que hicimos, podríamos decir que el 15% de la Panamazonia ya presenta por lo menos alguna consecuencia. El 20 y 25 % son los porcentajes máximos de lo que podríamos afectar para que siga actuando como lo hace hasta ahora. Eso quiere decir que, si seguimos a ese ritmo, estamos hablando de que más o menos tendríamos unos diez años para parar esa situación”. Esta es una sentencia que merece especial atención y que ojalá quede reverberando entre quienes lean este artículo y se interesen por adentrarse más en el tema, consultando el Atlas en su primera y segunda edición (ambos accesibles en el portal: https://www.amazoniasocioambiental.org/es/).
El artículo no nos deja en una nota amarga, sin embargo. Tina Oliveira es citada al final hablando de cómo la sabiduría de los pueblos ancestrales que habitan la Amazonía debe integrarse a la búsqueda de soluciones, pues han sabido cuidar la biodiversidad de la región con sus prácticas ínfimamente invasivas. Revisa nuestros posts anteriores para conocer más de la investigación y está pendiente de los próximos; hay un sinfín de información para enriquecer lo que ya sabes del tema.
Lee este abrebocas al Altas y ayudarnos con la difusión de la valiosa información producto de las investigaciones conjuntas de los miembros de la RAISG, una pequeña acción para contribuir a detener un gran problema que nos concierne a todos.
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