Los datos más recientes de la Colección 4.0 de MapBiomas Amazonia revelan un desmedido crecimiento de la minería en toda la cuenca amazónica y Venezuela es uno de sus principales impulsores.

En 1985 una superficie casi del tamaño de España, alrededor de 50 millones de hectáreas (Mha.) de la Amazonia, ya se había transformado a pastizales, zona de cultivos, minería o de infraestructuras urbanas.
Para 2021 esta superficie casi se triplicó y alcanzó 122 Mha. de toda la región. En 37 años el gran bioma amazónico perdió el 9,7% de su vegetación natural para usos antrópicos; una extensión más grande que Francia, el país más grande de la Unión Europea.
De un país a otro las pérdidas varían. En Surinam, Guyana y Guayana Francesa, por ejemplo, son del 1,6%; pero en Brasil ascienden al 19%, con un área que abarcaría a toda Ucrania.
Venezuela, por su parte, ocupa el quinto lugar entre los nueve países que conforman el bioma, con una pérdida de vegetación nativa de 700 mil hectáreas en el mismo periodo, o lo que es igual, todo el estado Aragua del país.
Si continúa la tendencia actual, advierten los autores de la nueva colección de MapBiomas, este sumidero de carbono de importancia planetaria llegaría un punto en el que no habría vuelta atrás. La Amazonía se convertiría en una sabana de suelos estériles y afectaría, de manera irreversible, todos los servicios ecosistémicos de la región, los cuales son fundamentales para el 70% de la economía de Suramérica.
MapBiomas Amazonia: Colección 4.0
MapBiomas Amazonia es el resultado de una iniciativa entre la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada – RAISG y la Red MapBiomas cuyo objetivo es mapear la dinámica de 18 clases diferentes de cobertura y uso del suelo como bosques, sabanas, manglares, áreas agropecuarias y urbanas, minería y glaciares, dentro de los 8,4 millones de kilómetros cuadrados de la región amazónica.
Inicialmente, la herramienta de mapeo de uso de suelo se desarrolló para ser aplicada en Brasil, pero al tiempo fue mejorada con la contribución de organizaciones asociadas a la RAISG que adaptaron el análisis a las características de la geografía de cada país para llegar a resultados ajustados a cada lugar. De esta forma, el conocimiento local generado por organizaciones, como Wataniba, que alimentan con información la red, permite mejorar la herramienta y afinar la interpretación de los datos.
En palabras de Tasso Azevedo, Coordinador General de MapBiomas, “la Colección Amazonía 4.0 es invaluable para comprender la dinámica del uso de los recursos naturales en la región, además de contribuir para la modelación climática y el cálculo de emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero debido a cambios en el uso del suelo en la región”.
Alrededor del 65% de la producción de alimentos y el 70% de los recursos hídricos de toda Suramérica dependen de la salud del bioma, pero los resultados de los análisis preliminares revelan una acelerada transformación de los bosques amazónicos, que encienden la luz de alerta y dan sentido de urgencia a la necesidad de una acción internacional integrada, decisiva y contundente.
En 37 años la Amazonia perdió 75 Mha.
Existe un marcado contraste entre la acelerada dinámica de cambio de uso de suelo que se ha dado en la Amazonia, particularmente en los últimos treinta años, con la lentitud que caracteriza el ritmo de las negociaciones climáticas. Tras casi tres décadas desde la primera cumbre climática, los avances registrados son modestos.
La falta de acuerdos definitivos en la pasada COP27 en temas clave para la mitigación del cambio climático, como el abandono progresivo del uso de todos los combustibles fósiles, en opinión de Harlem Mariño, coordinadora del proyecto sobre cambio climático liderado por la RAISG, tendrá repercusiones en la Amazonia. “Las emisiones de gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles continúan ejerciendo presión sobre los sumideros de carbono como la selva amazónica”. Además, agrega que “esta falta de acuerdos podría implicar la continuidad en la promoción de actividades de exploración de combustibles fósiles en la Amazonia, con la consecuente reducción en la disponibilidad de sumideros de carbono y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, derivadas del cambio de uso del suelo”.
En la actualidad los usos antrópicos ocupan 125 Mha. de la Amazonia y el 60% de esta transformación ocurrió en 37 años. Entre 1985 y 2021 los cambios de uso de suelo crecieron en 75 Mha, lo que representa un incremento del 153% con relación a 1985.

La actividad agropecuaria presiona a la Amazonia
Ya sea a escala global o local, del cambio de uso de suelo se derivan consecuencias dentro del ecosistema y, si no es gestionado de forma adecuada, el mal uso de éste degrada la vegetación y modifica la composición y densidad de las especies existentes. Ello apunta a una disminución de la biodiversidad y el colapso de ecosistemas terrestres y de agua dulce.
En poco menos de cuatro décadas, la dinámica histórica de cambios de la cobertura y uso de suelo del estudio revela que de esas 75 Mha. de uso antrópico el 99% corresponde a la expansión del uso agropecuario y silvicultura. La expansión de la frontera de pastizales para la cría de ganado y sembradíos de palma aceitera, soja, madera y especies exóticas como el eucalipto, se han apoderado de 74 Mha a lo largo y ancho de la Amazonia. El resto, un millón de hectáreas, se dividen casi a la mitad entre el desarrollo de infraestructuras urbanísticas y la extracción minera.
Visto así, pareciera que la minería con poco más de 500 mil hectáreas en un territorio de 844 millones no representa una gran amenaza para la Amazonia. Sin embargo, es su vertiginoso y desmedido avance de 1.107% lo que enciende las alertas. Y Venezuela es uno de los principales países que han contribuido a esta aceleración en los últimos años.

La minería en Venezuela creció 1.249%
Si bien Venezuela es uno de los tres países de la cuenca cuyo territorio amazónico es uno de los mejor conservados, entre 1985 y 2021 las pérdidas, aunque menores en comparación a países como Brasil, Bolivia, Perú o Colombia, con millones de hectáreas arrasadas, no dejan de ser significativas y preocupantes en tanto su acelerada tasa de crecimiento.
La Amazonia venezolana posee 46,9 Mha. que se extienden a lo largo de los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro. De todo este territorio 1,5 Mha, el 3,2%, han sido transformadas para usos antrópicos, como actividades agropecuarias, desarrollo de infraestructuras urbanas y minería Según los datos que arroja la red MapBiomas, en los últimos 37 años la Amazonia de Venezuela perdió una superficie de 720 mil ha. Dicho de otra manera, el 48% de la transformación de los suelos y de las pérdidas de vegetación nativa ocurrieron entre 1985 y 2021.

Contrario a lo que muchos podrían pensar no es la minería en Venezuela la principal usurpadora de los bosques amazónicos. Los cambios que ha sufrido la región, como en el resto de la Amazonia, se deben principalmente a las conversiones para uso agropecuario. En Venezuela la agricultura y la ganadería han expandido sus actividades sobre más de un millón 300 mil hectáreas de territorio amazónico, de las cuales 423 mil fueron ocupadas en los últimos 37 años; solo la actividad agraria tuvo un incremento del 124%.
Sin embargo, las tasas de crecimiento de estas actividades, ya bastante altas, se alejan por mucho del desenfrenado avance de la extracción minera. Para el periodo estudiado, en el bioma venezolano la extirpación de recursos minerales, tanto dentro como fuera de las áreas protegidas, avanzaron a un ritmo del 1.249%, lo que equivale a una velocidad de 10 campos de fútbol por hora. Una cifra que no solo señala la devastación de 93.200 hectáreas en menos de cuarenta años, sino que evidencia la escasa protección que ofrecen al ecosistema amazónico los Parques Nacionales y Monumentos Naturales.
Infografía: MapBiomas
1984: antes y después
Cuando se compara en términos del producto interno bruto, históricamente la minería en Venezuela ha sido marginal. Antes de la aparición del petróleo se percibió a las minas como un recurso que podía ser explotado y se consideró al país como un territorio rico por la existencia de tales recursos en el subsuelo, lo cual creó una falsa percepción de riqueza cuando, en realidad, la mayoría de los depósitos minerales conocidos no se habían evaluado geológicamente en detalle y en muchos de los casos tan solo existían indicios.
Fue solo hasta 1984 que el Estado comenzó a dar señales en dirección a la captación de inversiones para convertir a la minería en uno de los motores de la economía, al punto que en ese lustro el crecimiento de la actividad minera fue superior al de la petrolera.
De acuerdo a los datos suministrados por MapBiomas, en el contexto panregional, actualmente Venezuela es el segundo país con la mayor superficie amazónica asolada por la fiebre del oro (y otros minerales). Solo Brasil con 240 mil ha. y una tasa inferior de crecimiento (766%), supera las 93.200 ha. de suelos que la minería en Venezuela han convertido en tierra estéril.


En términos socioeconómicos, el proceso evolutivo de la minería en Venezuela ha sido poco productivo, y en términos socioecológicos de altísimos costos. El crecimiento sostenido en los cambios de uso de suelo y las pérdidas de vegetación que muestran las cifras de la red, coinciden con una serie de diversas y volátiles políticas regulatorias que a lo largo de los años han contribuido a la degradación de auténticos activos del país: los bosques amazónicos.
Una visión integral para proteger las áreas protegidas
Si bien Venezuela es uno de los países de la región con la mayor proporción de áreas protegidas bajo la figura de Parques Nacionales (PN) y Monumentos Naturales (MN), con alrededor de 17 Mha., un 36% de su Amazonia, también es cierto que, en la práctica, la función de salvaguarda que estas figuras debieran ofrecer no se cumple del todo.
En el estado Bolívar, donde la minería se encuentra más extendida, el PN Canaima y el PN Caura (el segundo más grande del planeta, después del Parque Nacional del Noreste de Groenlandia) son los más afectados. En el estado Amazonas la situación es más apremiante en el PN Yapacana, en el MN Macizo Cuao-Sipapo y en el MN Cerro Moriche. Del mismo modo, áreas tan remotas como los parques nacionales Parima Tapirapeco y Sierra de La Neblina en este mismo estado, también han sido alcanzados por la actividad extractiva.


Lo anterior es indicativo de que la creación de parques nacionales como estrategia de protección sigue siendo débil o no es suficiente para frenar la degradación de los suelos y la pérdida de vegetación nativa y ecosistemas amazónicos. Ante la ausencia de datos oficiales en Venezuela sobre cambios de uso de suelo, deforestación, fauna en peligro de extinción o la misma minería, es pertinente y hasta imperativo el reconocimiento y la integración de aportes relevantes, como el de MapBiomas Amazonia, sobre el impacto ambiental de los usos antrópicos en territorio amazónico venezolano.
Afirma Beto Ricardo, coordinador general de la RAISG, que estas actividades ponen en riesgo el equilibrio natural de los ecosistemas y, con ello, la estabilidad del clima en el planeta. No obstante, “la Colección 4.0 de MapBiomas Amazonía nos permite contribuir al monitoreo de la región con una visión integral, ayudándonos a construir y plantear estrategias de conservación más precisas con propuestas e información política compartida entre otros países, así como aspectos socioambientales de gran importancia.”
Mapbiomas Amazonia: una plataforma al servicio de la conservación
La plataforma MapBiomas Amazonia es una herramienta que permite a cualquier persona con acceso a Internet comprender los cambios en el uso del suelo en toda la Amazonía y las presiones sobre sus bosques y ecosistemas naturales. La información generada es compatible para todos los países de la región y permite conocer el estado de 18 categorías de análisis, denominadas “clases”, que incluyen áreas cubiertas por bosques, pastizales naturales, manglares, agricultura y ríos.

La herramienta también muestra estadísticas en tablas y gráficos dinámicos, con los cambios de uso en el periodo que el usuario requiere y permite entender la dinámica de cambios dentro y fuera de un Territorio Indígena o Área Protegida. Así mismo, permite explorar datos relacionados con vectores de presión sobre coberturas naturales como concesiones mineras, lotes petroleros, carreteras y centrales hidroeléctricas.
Toda la información es gratuita y está disponible para su descarga aquí.