Por Carlos Poleo
El venezolano de origen Kurripaco, Gregorio Mirabal, lleva más de 30 años en resistencia. En los últimos cuatro ha liderado la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica y abierto espacios internacionales para alzar la voz indígena en aras de la protección de la Amazonia. Con él conversamos en el marco del Día de la Resistencia Indígena.

Después de 530 años son pocos los países de Latinoamérica que celebran el 12 de octubre como una alusión al encuentro entre razas o a la cultura híbrida que surgió tras la llegada de Colón. Esa mirada festiva y laudatoria ha sido sustituida por una revisión crítica de lo que significó el colonialismo para el continente en general y, muy particularmente, para sus pueblos indígenas.
Hasta no hace mucho, el Día de la Resistencia Indígena, como se le conoce en Venezuela desde 2002, se celebraba como el Día del Descubrimiento de América o Día de la Raza. Desde hace ya veinte años, esta fecha conmemora la resistencia de los nativos americanos contra los conquistadores. Se trata de un merecido reconocimiento porque la población indígena que libremente habitó sus territorios hasta la llegada de los conquistadores, fue diezmada en un 90% en apenas cien años; pasaron de ser sesenta millones de personas a seis millones.
Pese al exterminio sobre el que se cimentaron nuestras naciones, aún quedan representantes de pueblos originarios dispuestos a cambiar el rumbo de la historia para mostrarnos cómo proceder; un cambio de perspectiva que trae consigo herramientas para obrar y relacionarnos de modo diferente con los otros y la naturaleza. Ellos son pocos, ciertamente, pero también son la primera línea de defensa de una lucha que han librado por siglos.

En la actualidad los pueblos indígenas se levantan y alzan la voz en los mismos espacios que los no-indígenas, el hombre blanco, los colonizadores, crearon para imponer sus reglas. Y, gracias a ello, muchas personas comienzan a darse cuenta de que los derechos indígenas, respaldados mediante demandas judiciales, acciones directas y movimientos de masas para exigir que sean respetados, podrían representar una barrera de protección frente al cambio climático.
De todo lo anterior hemos conversado con José Gregorio Díaz Mirabal, máximo dirigente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica – COICA. Un venezolano de origen kurripaco del Atabapo que, quizás por cuestiones del destino, terminó liderando el movimiento indígena que agrupa a los 511 pueblos indígenas de la Amazonia y trabajando en alianza con organizaciones científicas, políticas y de derechos humanos para salvar el más grande, biodiverso y mejor conservado bosque del mundo y los pueblos que lo habitan.

De Gregorio Mirabal sabemos que es un importante líder indígena que, así como se codea con importantes e influyentes entes y funcionarios internacionales, también emprende acciones de calle alrededor del mundo en aras de la protección de la Amazonia y los pueblos indígenas que la habitan. Sabemos que es Coordinador de la COICA, que fue coordinador de ORPIA, participó en la fundación de Wataniba y es miembro del Consejo de la Fundación Indígena FSC…
Lo que no sabemos es quién es Gregorio Mirabal, el kurripaco del municipio Atabapo de Venezuela. ¿De dónde viene y cómo llegó a liderar todo este movimiento, con el apoyo de 511 pueblos indígenas y en alianza con organizaciones científicas, políticas, activistas y de derechos humanos, para salvaguardar, no sólo a la Amazonia, sino al planeta entero?
Mi familia, mis padres, son del Alto Guainia, cuando todavía no habían fronteras, eso ahora es Colombia. Nosotros nos movíamos entre Colombia, Brasil y Venezuela, pero al final nos quedamos en Venezuela cuando se dividieron los estados, y ahora somos venezolanos; pero igual tenemos familia en toda esa triple frontera, en Guainia, en Río Negro, en el Atabapo. Ese es el concepto que tenemos nosotros como arawakos, como kurripacos, de que no tenemos fronteras, nos dividieron los países hace doscientos años.
Nosotros venimos de una familia de líderes, el apellido Mirabal es muy conocido en Guainia, en el Atabapo, en el estado Amazonas, llevamos esa sangre de los abuelos y las abuelas que han luchado.
En el 93 empezamos la lucha indígena, pero yo, antes de que se creara ORPIA, estaba haciendo un trabajo deportivo y cultural en el estado Amazonas. Luego entro a ORPIA cuando se crea en el año 93, pero como dirigente ya reconocido en el año 95. Del 97 al 99 empiezo a liderar ya por el proceso constituyente. En ese momento la organización nacional era CONVIVE. También empiezo a formar parte de ese movimiento nacional y… bueno, una experiencia, lo que menos me esperaba era llegar a la COICA.


No estaba en mis planes llegar a la COICA, pero formo parte de la COICA como ORPIA y en el décimo congreso de la COICA, sin ser candidato, porque realmente la ORPIA en la COICA es pequeña en comparación con movimientos como el Brasileño en la COIAB, un movimiento grande como en Ecuador con la CONAIE y la CONFENIAE, o la OPIAC, la única en Colombia, son movimientos indígenas monstruosos, fuertes… Y bueno, me ponen a liderar la COICA en el 2018.
Nada mas por ser coordinador de la COICA, ya formas parte de una plataforma global, ya formas parte de las COP del cambio climático, una plataforma indígena creada en el Acuerdo de París, hay una plataforma en el convenio de diversidad, que es la COP15 que se va a hacer en Canada, la COP27 se va a hacer en Egipto, COICA tiene su espacio en Naciones Unidas.
Yo llegué como coordinador de COICA a ocupar esos espacios, no porque sea Gregorio sino porque es la COICA, que tiene 38 años y una experiencia de dialogo con gobiernos, con multilaterales, con ONGs; realmente es impresionante el curriculum de COICA. Yo llegué pequeñito para ver cómo me desenvolvía allí. El primer año fue muy difícil, pero luego, bueno, tuve que aprender a desenvolverme en ese espacio y hemos llegado a este momento que tenemos diálogo directo con todos esos espacios y estamos aquí, con todo ese cúmulo de experiencia.
En el caso de donde vengo, con ORPIA, de la Amazonia venezolana tenemos esa situación, que no podemos actuar de la misma manera como actuamos con la CONAIE, porque cuando se paran los pueblos indigenas paralizan este país [Ecuador]. En Venezuela somos muy poquitos, el 1% o 2% de la población y realmente hemos hecho muy poco porque no tenemos esa fuerza, sin embargo hemos logrado algunas cosas, en el caso de ORPIA, cosas pequeñas. Creo que el espacio de la COICA ha servido para reimpulsar a nuestro movimiento ORPIA en la Amazonia venezolana.

¿Estabas preparado para ese desafío?
Para eso nunca se está preparado. Yo formo parte de una generación que no se formó en la universidad, no nos enseñaron liderazgo, lo aprendimos en la calle, en las luchas. Y llegue a COICA sin ese curriculum y simplemente he aprendido de los grandes, porque aquí conocí a los grandes líderes indígenas globales, de Asia, de África, de América Latina.
Mi doctorado ha sido estar en los levantamientos de 2019, y ahora estar aquí, en Ecuador, donde ningún movimiento indígena del mundo hace eso de paralizar a un país, destituir presidentes. Esa ha sido mi escuela, en la calle y en los juicios, he estado en juicios de CIDH, juicios aquí en Ecuador, en Brasil. Y lo otro lo he aprendido en reuniones de otro nivel, porque hay distintos niveles en COICA, pero aquel es el que más me emociona porque yo vengo de allí.




Gregorio Mirabal en acciones de calle y manifestaciones con grupos activistas aliados durante la Semana del Clima celebrada en Nueva York, 2022. (Fotos: COICA)
Ese bagaje tuyo quedó evidenciado recientemente en la Semana del Clima en Nueva York, donde apareces pateando la calle, haciendo manifestaciones y protestas públicas…
Y en Brasil, en el Campamento Terra Libre de Brasil, que es la afiliación más grande de pueblos amazónicos, y también hemos estado con OPIAC en Colombia. Por eso te digo, mi doctorado lo he hecho en la calle y lo otro lo he aprendido en reuniones de otro nivel.
La marcha de Nueva York la hicimos con el movimiento Viernes por el Futuro, que lidera la niña Greta Thunberg y mueve millones de jóvenes, no es la primera vez que participo, lo hicimos en Madrid y lo hicimos en Glasgow, donde participaron más de 200 mil personas, y siempre nos piden encabezar con ellos, porque ellos mueven mucha gente. Por ejemplo, estuvimos en una protesta en Wall Street, el corazón económico del planeta, exigiendo que respeten la selva amazónica, exigiendo que se respete la vida de los pueblos indígenas, que no sigan financiando la destrucción de la Amazonia… cosas como esas.

Los pueblos indígenas siguen siendo discriminados, explotados e, incluso, exterminados de manera similar a las épocas de conquista y colonialismo. Con la diferencia de que la explotación actual se desprende de las fuerzas económicas de la industria y el comercio y de gobiernos permisivos que con frecuencia les favorecen, algunos lo llaman neocolonialismo.
Como líder indígena, ya no de un pueblo, sino de 511 pueblos amazónicos… ¿Qué ha cambiado en 530 años de resistencia indígena?
Nosotros tenemos 30 años conmemorando el 11 de octubre, ese fue el ultimo días de la libertad y de la autodeterminación de nuestros pueblos en América Latina, y en ORPIA lo venimos celebrando desde hace 27 años, porque antes no existía ORPIA.
Dicen que estamos en contra de ese desarrollo, que deberíamos estar en una reserva porque no nos adaptamos a este sistema”
Siempre hacemos esta reflexión los 11 de octubre: ¿cómo vivíamos antes de 1492? Solo estábamos nosotros, a lo mejor no era la sociedad perfecta, pero vivíamos completamente distinto al mundo de las antiguas civilizaciones, que no sabían que nosotros existíamos. Ellos tuvieron la escritura, luego el tema económico, luego se convirtieron en potencia y llegaron a donde estábamos hace 530 años; pero antes de eso cada region tenía un gobierno indígena.
De esto lo que podemos rescatar es que toda nuestra cultura siempre ha respetado a la naturaleza: en nuestra religión, en nuestra farmacia, en nuestra comida, en nuestra vida; y eso no ha cambiado en los últimos 15 mil años.
Luego llegan esas grandes civilizaciones, bueno, la historia dice que son grandes civilizaciones, pero la historia tampoco nos reconoce, la historia oficial, e imponen un nuevo modelo donde lo que sale de la naturaleza para ellos es una mercancía, es algo para hacerse poderosos y ricos. Eso no ha cambiado en estos 530 años. La misma lucha por el oro, ahora por el petroleo y luego será por el agua, que todavía tenemos en nuestro territorio. Esa sociedad no ha querido cambiar nunca y sigue buscando explotar la naturaleza como una mercancía.
Luego vienen los Estados nacionales, tenemos 200 años con Estados nacionales, la “independencia”. Ya todos nuestros países han cumplido 200 años de esa independencia, pero siguiendo el mismo modelo económico, el mismo modelo cultural universal donde todos tenemos que ser ciudadanos y todos tenemos que consumir lo que dice ese modelo, y nosotros seguimos siendo extraños por nuestra forma de ser, porque seguimos luchando por la naturaleza. Dicen que estamos en contra de ese desarrollo, que deberíamos estar en una reserva porque no nos adaptamos a este sistema. Eso pasa en este momento.

En las últimas décadas los pueblos indígenas han transformado su condición de grupos dominados, asimilados y olvidados, en fuerzas colectivas, articuladas y visibilizadas. Sin embargo, la lucha sigue siendo dispareja y las victorias, aunque importantes, pequeñas. ¿En este momento histórico, ante la emergencia climática que estamos viviendo, cree Gregorio Mirabal que los pueblos indígenas tienen la fuerza y el impulso para enfrentar a Goliat? ¿Qué hace falta para detenerlo?
En los últimos dos años hemos formado parte del panel científico de las Naciones Unidas y hemos tenido la oportunidad de participar como miembro de la COICA. Jamás habíamos tenido el reconocimiento de esas dos instituciones, el IPBES (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services, por sus siglas en inglés) que es el de biodiversidad y el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change, por sus siglas en inglés), que es el de cambio climático. Jamás habían reconocido los aportes de los pueblos indígenas para el tema de cambio climático, biodiversidad y… la salvación del planeta.

Nosotros hemos llevado al congreso de áreas protegidas la propuesta de salvar la Amazonia antes del 2025 y fue aprobada a nivel global, ningún gobierno se opuso, porque allí estaban los gobiernos. Está respaldado por los científicos del IPCC y del IPBES, donde se dice que el único conocimiento probado para la lucha contra el cambio climático lo tienen los pueblos indígenas, porque son los bosques mejor conservados del planeta a pesar del extractivismo, a pesar de la minería, a pesar del narcotráfico, a pesar de los monocultivos. Las áreas donde vivimos los pueblos indígenas todavía están vivas y las áreas donde no vivimos están prácticamente destruidas, aunque eso no garantiza que la selva no sea destruida.
En este momento, con el conocimiento indígena, con el sacrificio que han hecho los indígenas de América Latina a nivel global, de Africa, de Asia… han muerto muchos hermanos y hermanas, y no se va poder lograr. Es por eso que nos juntamos con el movimiento de Greta.
Como pueblos indígenas somos 300 millones de ocho mil millones, ya llegamos a ocho mil millones, y no vamos a poder solos. Si nosotros no nos juntamos, no nos aliamos con la gran mayoría para ese cambio, no se va a poder dar. Esas películas de ciencia ficción se van a hacer realidad, esas películas donde se acabó el agua y toda la gente anda con máscaras, eso va pasar si no hacemos algo antes del 2030.

Pareciera que el ejercicio de los derechos indígenas ha tenido un importante papel en el auge de la resistencia contra las actividades extractivas. ¿Consideras que los derechos territoriales y los reconocidos por tratados internacionales pueden ser una barrera para las industrias extractivas dentro de este modelo neocolonialista?
El próximo año se cumplen 100 años desde que el primer indígena del planeta fue a reclamar sus derechos, no teníamos derechos en ninguna parte el mundo. Cien años de que un jefe indígena, un cacique de Norteamérica, llegó a las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, a la sede principal que en ese entonces se llamaba Sociedad de Naciones, a decir “bueno aquí estamos, somos gente, somos personas, somos seres humanos… ¿dónde están nuestros derechos”; y no fue recibido, se regresó sin respuesta.
…los derechos logrados han sido importantes, pero no han logrado frenar la deforestación, no han logrado frenar el extractivismo… no han logrado garantizar la vida de los pueblos indígenas”
De allí han pasado 99 años y hemos logrado muchos derechos. No queremos ser injustos, los derechos logrados han sido importantes, pero no han logrado frenar la deforestación, no han logrado frenar el extractivismo… no han logrado garantizar la vida de los pueblos indígenas. Cada dos días muere un indígena defendiendo la selva, defendiendo un bosque, un río, defendiendo su territorio. Eso es grave y todavía no se ha podido frenar.
Los derechos son importantes, pero muchos gobiernos no los cumplen, no los respetan, los aceptan, pero no los respetan. Ahí es donde está el problema, hay mucha leyes, pero muchas no se cumplen. Los países, sean de izquierda o de derecha, de centro o como se llamen, tienen que respetar al menos los derechos de la naturaleza si quieren seguir siendo Estados, porque si no se conserva el planeta, los ríos, la naturaleza, los derechos de los pueblos, no solo nuestros sino también de los campesinos, de los afrodecendientes, de las minorías, como dicen ellos, no se va a poder salvar este planeta.

El Estado venezolano tiene una deuda pendiente con sus pueblos indígenas: la demarcación y titulación de sus tierras. Aunque ha reconocido sus derechos originarios en la Constitución de 1999 y ha promulgado leyes y normativas que respaldan sus culturas, solo una pequeña porción de “comunidades indígenas” han sido favorecidas con la titulación de las tierras hasta el presente, con lo cual existe una amplia brecha entre lo jurídico y los hechos, una resistencia gubernamental ante la titulación de grandes extensiones de tierra para “pueblos indígenas”.
Ante este escenario, como venezolano, indígena y kurripaco… ¿De qué manera pueden los pueblos indígenas ejercer la libre determinación y el derecho a la autonomía territorial, tal como lo consagra la Constitución y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, si el mismo Estado le está dando prioridad a los proyectos extractivos?
Siempre que hablamos de este tema caemos en una polarización, Venezuela está polarizada. Llegó un momento en nuestro país, porque somos venezolanos, en que o estabas de este lado o estabas de este otro, o eras blanco o eras rojo, todo era por colores y todavía sigue siendo así. Cuando tú tocas un tema como este en Venezuela hay gente a favor y en contra, pero nadie quiere dar soluciones, ese es el problema. Todo el mundo tiene su verdad, de un lado y de otro, pero nadie se junta para buscar soluciones. Nosotros hemos tratado de evitar eso.

En el año 98, nosotros no existíamos en Venezuela. En el año 98, ya entrando al siglo 21, éramos uno de los países más ricos del mundo pero no reconocíamos a nuestros indigenas. Yo viví esa época, y nosotros nos sentíamos extraños en nuestra propia tierra, yo iba a Caracas y me preguntaban si yo era peruano o ecuatoriano, era así, y para estudiar era bien difícil.
Luego viene el proceso constituyente, yo participé en el proceso constituyente y pintamos un nuevo país, multiétnico y pluricultural como es ahora en la Constitución. Se aprobó esa Constitución y teníamos derechos, nos sentíamos parte de ese país. Se crearon unas leyes y la primera exigencia de nosotros fue una ley para demarcar nuestro territorio, esa ley esta ahí, la Constitución está ahí, pero así mismo está la Constitución de Bolivia, así mismo está la Constitución de Ecuador, igualitas a la de Venezuela, con nuestros derechos bien pintados.
Hace dos meses aquí [en Ecuador] hubo un levantamiento porque no respetan los derechos indígenas, y está pasando en Bolivia y está pasando en Colombia con la minga, el Campamento Terra Libre es igual. Sea Maduro, sea Bolsonaro, sea Pedro Castillo, Guillermo Lasso… nadie quiere reconocer. Tenemos cien millones de hectáreas sin titular en la cuenca amazónica, ningún gobierno se salva, no es solo en Venezuela. Hasta donde yo sé solo se ha titulado el 12% del 100% del territorio en Venezuela y lo que se ha titulado son pequeñas comunidades, grandes extensiones de territorio no se han titulado.

Creo que todos tenemos una parte de responsabilidad en esto, mientras el movimiento indígena siga de un lado y del otro, eso nos hace mucho daño. Hay indígenas que reconocen el gobierno de Venezuela como lo mejor que nos ha pasado, y hay organizaciones como ORPIA que son críticas, que decimos, “bueno está bien, pero dónde está la titulación, dónde están los programas económicos y sociales que apoyen a los pueblos indígenas”, no existen.
no me metan ni en la izquierda ni en la derecha, ni soy rojo ni soy blanco, soy indígena, respeten que soy indígena”
Hace 40 años nos daban los beneficios como si fuéramos campesinos, éramos campesinos. Ahora que tenemos los derechos… debe haber muchos programas y misiones, hay un ministerio, pero si revisamos cuál ha sido el avance en ese balance nosotros deberíamos tener mas territorios titulados y no los tenemos, deberíamos tener empresas indígenas, grandes empresas indígenas produciendo lo que produce la selva, no las tenemos o no son manejadas por los pueblos indígenas.
Cuando uno habla de esto, me ha pasado que unos me dicen que estoy de este lado y otros que estoy de ese lado… no me metan ni en la izquierda ni en la derecha, ni soy rojo ni soy blanco, soy indígena, respeten que soy indígena y estoy viendo la realidad de los nueve países de la Amazonia.
Entonces, mi mensaje sería que el que quiera ayudar a los pueblos indígenas tiene que quitarse un poco esos colores, tocarse el corazón y buscar el fortalecimiento y que la voz propia de los pueblos indígenas se permita oír en cualquiera de los espacios. Pero eso no es posible todavía, es bien difícil por eso de que somos pocos y estamos en diferentes grupos y cada quien defiende lo que cree. Debe haber un momento en que podamos vernos realmente sin intereses particulares, porque el que quiere ayudar dice “yo te ayudo pero yo estoy en contra de este gobierno, si quieres ayuda tienes que estar en contra del gobierno”, y viene el otro y te dice “yo te ayudo pero tienes que estar a favor mío”. No te dan esa libertad de decir piensa como indígena, cuál es tu propuesta como indígena, eso sería fantástico, que pudiéramos avanzar en ese sentido, pero en este momento no es posible.

Para Gregorio Mirabal… ¿qué hay después de la COICA?
Hay muchas oportunidades, ya no soy de Venezuela, soy una referencia a nivel internacional, me están pidiendo trabajar en otros países y apoyar, pero yo estoy impresionado con el movimiento indígena de Ecuador, un movimiento indígena donde la CONAIE es el gobierno indígena, es increíble, y en cualquier noticia el presidente de la CONAIE sale en los medios mas importantes del país.
El movimiento aquí es muy fuerte, no lo he visto en ninguna otra parte del mundo y yo estoy impresionado con esto. Ya tengo cuatro años trabajando con ellos y bueno, mi primera opción es seguir fortaleciéndolos a ellos porque están en camino hacia la autodeterminación, están definiendo este Ecuador plurinacional, que todavía no se ha logrado aquí a pesar de la fuerza que tiene el movimiento indígena. Para mi esas cosas pueden dejar una huella para nuestros hermanos indígenas de Latinoamérica y de Venezuela, puede servir para todos esta lucha que se está dando aquí, sin desmerecer las luchas de Asia, Estados Unidos y otros movimientos indígenas.
Hasta los momentos, muy cercano con la CONAIE y también ir apoyando los movimiento indígenas de America Latina. A mi país siempre voy a ir, mi familia está allá y con ORPIA siempre, haciendo cosas pequeñas.


(Foto: Cortesía De Gregorio Mirabal). 2. Gregorio Mirabal, como instancia internacional, acompañando en el proceso judicial contra el líder indígena del Ecuador, Leonidas Iza, detenido de forma ilegal en el marco del pasado Paro Nacional 2022. (Foto: COICA)
Yo digo que el mensaje que puedo dar a Venezuela es buscar primero la unidad como pueblo, como pueblos indígenas, y quitarnos un poco los colores y la ideología y plantear cómo queremos a nuestro país. Así como lo está haciendo Ecuador, que quiere un país que no deje por fuera a los pueblos indígenas y que realmente los incorporé en educación, en salud, que haya diversidad, pero nosotros tenemos nuestra particularidad porque vivimos en la selva, ellos quieren construir su realidad, pero que también se respete esa realidad multiétnica y pluricultural, que se pueda visibilizar lo que se está haciendo, que el modelo que se está construyendo o que tiene miles de años en la Amazonia, sea respetado, que no se quiera imponer a la otra sociedad, pero que se respete nuestra forma de vida.
Es bien duro que te vengan a imponer en salud, en educación, en desarrollo económico, y eso ha pasado en los últimos 200 años, pero ya es hora de equilibrar eso.
