A nueve años de la muerte de Sabino Romero Izarra, líder yukpa y activista por los derechos territoriales de su pueblo.
“Sabino marca el camino” es una de las tantas consignas que contribuyen a mantener vivo el legado de Sabino Romero Izarra, el cacique yukpa que dedicó su vida a la defensa de los derechos su pueblo y que fue asesinado el 3 de marzo del 2013 por ello. Su activismo por el derecho de los yukpas de tenencia de sus tierras lo hizo objeto de hostigamiento. Su lucha, ejercida fundamentalmente en movilizaciones pacíficas para alertar sobre los efectos de la minería a gran escala y de la ocupación de las tierras que su pueblo ha batallado por conservar por más de tres siglos, fue criminalizada por quienes, a manos del brazo ejecutor de los propietarios de las fincas ganaderas que controlan la zona, actúan como si los Derechos Humanos de los demás carecieran de valor frente a sus intereses económicos y políticos.
En el contexto de este mes dedicado a la reflexión sobre los efectos de la discriminación y a cómo evitarla –el 1ero. de marzo fue Día de la Cero Discriminación y 21 es Día de la Eliminación de la Discriminación Racial–, el aniversario de su muerte es un recordatorio del porqué se conmemoran estas fechas. Le da cara y cuerpo a las efemérides que crean una narrativa en el calendario, pero que, sin la reflexión sobre su origen y poder simbólico, pueden pasar por slogans desemantizados para “ciudadanos de buena conciencia”.
La causa de Sabino Romero, aunque respondía a lo que acontece en la Sierra de Perijá y puede parecer remota para quienes no viven de cerca las consecuencias de los atropellos de quienes detentan violenta e injustamente el poder, es un retrato que encarna las luchas de tantos líderes de nuestra Amazonía, pese a que las coordenadas y actores sean otros. Ellos viven avatares similares a los de Sabino por ejercer sus derechos.
A Sabino y a su esposa los atacaron cuando iban en la carretera Tokuko en la Sierra de Perijá camino a una elección indígena. La imagen habla estridentemente de la fragilidad de quienes en los pueblos indígenas trabajan por una jurisprudencia propia y exigen ser tratados y considerados como el resto de los ciudadanos. Habla de la necesidad de asumir la diferencia como un valor y no un problema. No le des la espalda a quienes siguen el paso de Sabino. Acompáñanos, su lucha es también la nuestra.
Foto cortesía de El Libertario.